Por triada de la atleta femenina se entiende la relación que existe entre tres condiciones que existen con relativa frecuencia en atletas femeninas. Engloba disfunción menstrual, baja disponibilidad energética y densidad ósea disminuida.
Este trastorno se acuñó por primera vez por el Colegio Americano de Medicina Deportiva en 1992, tras detectarse cierto patrón entre atletas jóvenes y adolescentes.
Es preocupantemente frecuente en mujeres jóvenes practicantes de deportes que enfatizan el aspecto estético y la delgadez como gimnasia artística o rítmica, ballet o atletismo. Aunque algunos desórdenes alimentarios, que no tienen porque implicar necesariamente trastornos de la conducta alimentaria son también recurrentes en atletas que compiten en disciplinas de clasificación por peso, llevando estrategias nutricionales poco saludables para entrar en rango en los pesajes.
Realmente no es muy habitual que deportistas femeninas jóvenes sufran los tres aspectos principales de la triada simultáneamente, pero sí que, con cierta frecuencia se presenta alguno de ellos y hay que tener en cuenta su interrelación, ya que los demás podrían aparecer más tarde.
Cuando hablamos de disfunción menstrual, podemos referirnos a amenorrea (ausencia de menstruación durante al menos 3 meses una vez esta ya ha aparecido o retraso en su primera aparición), pero también a menstruaciones muy irregulares, anovulación o fases lúteas deficientes.
La disfunción menstrual suele estar relacionada con una baja disponibilidad energética producida por una insuficiente ingesta en relación con el gasto energético o también por estrés psicológico.
La baja ingesta energética no siempre implica un trastorno de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia nerviosas, a veces simplemente llevar un patrón alimentario inadecuado, seguir consejos que se ponen “de moda” o que se leen en artículos de Internet o redes sociales, es suficiente para generar un déficit energético con consecuencias perjudiciales para la salud.
Posiblemente una de las peores consecuencias que puede traer cualquiera de los trastornos anteriores es la disminución de la densidad mineral ósea.
El pico de masa ósea en mujeres se alcanza entre los 25 y los 30 años, y tanto los desórdenes menstruales (por falta de producción y acción estrogénica) como la baja disponibilidad de energía pueden comprometer seriamente esa ganancia ósea.
La triada de la atleta femenina trae consigo además otros riesgos para la salud, como una mayor propensión a padecer enfermedades cardiovasculares, una función inmunitaria disminuida, mayor propensión a fracturas por estrés, mayor riesgo de lesión, aparición de déficits nutricionales, mayor predisposición a problemas psicológicos, etc.
Por todo ello destaco la importancia de que las atletas tanto jóvenes como más adultas se rodeen durante su etapa deportiva de un equipo multidisciplinar que incluya por supuesto nutricionistas y psicólogos deportivos además de otros profesionales cualificados que trabajen en favor de su salud.
Bibliografía:
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